Iba caminando mirando al piso, siguiendo la rectitud de las tablas de madera que lo conformaban, concentrándome en no perder el equilibrio mientras todo se empezaba a mover. El tren empezaba su marcha y dejaba poco a poco atrás la estación, que se desdibujaba por la ventanilla. Había otra gente en el vagón, pero sus caras estaban borrosas, lo único que alcancé a distinguir fue una remera de Sonic a lo lejos, así que me acerqué.
-Hola- me dijo una voz familiar. Era mi amigo Damián, sonriéndome desde adentro de la remera de Sonic. -¿sabés a dónde vamos?-
-No me interesa demasiado- respondí- seguro me despierto antes de llegar, viste como son los sueños.-
-No se, yo no planeo despertarme hasta llegar, además siempre había querido andar en tren.-
-¿y si le preguntamos a alguien? capaz que sabe a dónde vamos-
-¿A quién?-me dice extrañado- No hay nadie más en el vagón.-
    Me doy vuelta de inmediato y veo que, en efecto, éramos los únicos en el vagón.
-Bueno ya fue- dije mientras me sentaba a su lado, frente a una mesa puesta.
-Che, sabés qué?-dice mirando a la ventanilla- siempre pensé que los trenes tenían algo de romántico.. no sé, debe ser re lindo declarársele a alguien en un vagón de tren...- Y se me acerca peligrosamente, con la vista fija justo debajo de mi nariz.
-¡Pará! ¿Qué hacés?- Le reprocho mientras lo hago a un lado.
-¿Qué? Es mi sueño, puedo hacer lo que yo quiera.
-¡No, no podés, es MI sueño éste!
-Pucha, nunca me habían discutido así en un sueño... ni me habían rechazado tan abruptamente... generalmente te dejás besar...
-¡Ah, o sea que lo hacés seguido! ¡No sabía que eras así de degenerado!
-Tengo derecho, es mi sueño después de todo.
-Bueno, si estás tan seguro de que sos vos el que sueña y no yo, contame algo sobre El Cantar de Rolando que no lo leí y lo tengo que rendir hoy-
-¡Qué vaga que sos! Bueno, primero tenés que conocer a los personajes, están Rolando, Carlomagno, el traidor Ganelón...
-Pará un poco, primero que no me podés decir eso porque yo no lo sé, además son demasiados detalles para un sueño... ponele, el paisaje en la ventanilla estuvo cambiando todo este tiempo, y fijate los detalles de la mesa, los cubiertos... mirá acá, alguien escribió con una tricheta "Luces de tren azul"...-
-Tengo una idea... agarrá los cubiertos esos. Vamos a hacernos una marca en la mano, y el que se despierte primero es el dueño del sueño.
- Eso es una pelotudez.
-No, para mi tiene sentido... dale, total no nos va a doler, es un sueño.
Y con fuerza, nos clavamos el cuchillo en el dorso de la mano.
   Sí dolió, y mucho.
-AAAAAAHHHH!!!!!- grité mientras me levantaba de la cama de un salto y se me caían encima el reloj y todos los adornos que tengo en la repisa arriba de la cama. La mano me dolía un montón, y cuando me miro veo un terrible tajo que estaba empezando a sangrar. Seguramente el reloj me había lastimado cuando se cayó, y para colmo se había roto.
-Voy a tener que dejar de comprar esos relojes de tres pesos de calle San Luis, este es como el quinto que se me rompe...-pensé mientras me encaminaba al baño a vendarme la mano y prepararme para un día aburrido de facultad.
  
   Iba caminando para la facu cuando por la peatonal me lo cruzo a Damián, que ojeaba revistas en un kiosco.
-¡Hola Damián!- le grito y me acerco corriendo- ¿En qué andás?-
-¡Hola! No mucho, recién salgo de la facu... ¿Y vos? ¿estudiaste para tu parcial?
-No, ni a palos! voy a ver si puedo inventar algo...
-Bueno, te deseo suerte, entonces, vas a necesitar mucha!- Y cuando me da la mano, veo que está toda vendada.
-¿Qué te paso en la mano?
-No sé... me caí de la cama esta mañana, me debo haber golpeado con la mesita de luz...
-Luces de tren azul...
   De pronto él se sobresaltó.
-¡¿De dónde sacaste eso?! ¿También soñaste...?
-El tren, la gente...
-Los cuchillos...- y me mira la mano vendada...
    Nos quedamos mirándonos sin entender nada, con una sensación sin nombre que variaba entre el miedo y la emoción. Quedamos en juntarnos al día siguiente para hablar del asunto, porque se me estaba haciendo tarde para el parcial.
   Por supuesto, me fue para la mierda, no pude concentrarme; no dejaba de pensar en el tren y las lastimaduras que teníamos Damián y yo. 
   Eso no fue nada raro, pero lo que sí fue raro, fue que esa noche volví a soñar con el tren...