Un poemita para una amiga, obsesionada con los espirales.

~> Las cosas giran, se cruzan, se encuentran, pero sobre todo, siguen girando, y cuando te parece que te estás deteniendo, viene alguien que te da un empujón, patea la piedrita más cerca del cielo (que en la Rayuela no está arriba, sino adelante) y te impulsa a seguir girando, porque hace falta aprender que a veces el mundo es más claro cuando se está mareado, y en todo el blurr de colores, las formas pierden su contorno y se distinguen mejor, sin esquemas, sin límites, sin barreras. Todo es para siempre mientras dura, y la medida exacta de la eternidad es un Verano. Porque la función de las estaciones es cambiar, y uno funciona así, cambiando, rotando, girando, porque lo estático es inalterable, y lo inalterable no está vivo. Y cuando los pies te tiemblan, cuando (aunque tengas las instrucciones) te es difícil subir las escaleras (que son siempre caracol, siempre ascendentes) está bueno tener alguien cerca que gire cerca de uno, como un pequeño sistema, como una luna de papel orbitando alrededor, a veces más cerca, a veces más lejos, etérea como el humo, tangible como los toboganes que son subi-bajas, que te ayude a girar, a volar y a encontrar tu propio centro.~